30 de abril de 2015

Ángel González: "A Mano Amada"

Aprovecho el último aliento de frío de finales de abril para retomar la publicación en el blog, después de un periodo no precisamente fácil, con el mismo ánimo de la primera vez, esa conmoción en la linealidad de nuestra vida para mostrar lo que a menudo nos hemos perdido mientras nos dedicábamos a la tarea, a veces asombrosa, casi siempre monótona, de vivir.




Exprimamos, para confundir y conmover corazones, la poesía más sentidamente amorosa del gran Ángel González, y aceptemos su invitación a dejarnos asaltar así... a mano amada.



"Mientras tú existas, 
mientras mi mirada 
te busque más allá de las colinas, 
mientras nada 
me llene el corazón, 
si no es tu imagen, y haya 
una remota posibilidad de que estés viva 
en algún sitio, iluminada 
por una luz—cualquiera... 
                                                Mientras 
yo presienta que eres y te llamas 
así, con ese nombre tuyo 
tan pequeño, 
seguiré como ahora, amada 
mía, 
transido de distancia, 
bajo ese amor que crece y no se muere, 

bajo ese amor que sigue y nunca acaba."



"Adiós. Hasta otra vez o nunca. 
Quién sabe qué será, 
y en qué lugar de niebla. 
Si habremos de tocarnos para reconocernos. 
Si sabremos besamos por falta de tristeza. 
Todo lo llevas con tu cuerpo. 
Todo lo llevas. 
Me dejas naufragando en esta nada 
inmensa. 
Cómo desaparece el monte 
-me dejas…-, 
se hunde el río 
-…en esta…-, 
se desintegra la ciudad. 
Despiertas."


"Estos poemas los desencadenaste tú,
como se desencadena el viento,
sin saber hacia dónde ni por qué.
Son dones del azar o del destino,
que a veces
la soledad arremolina o barre;
nada más que palabras que se encuentran,
que se atraen y se juntan
irremediablemente,
y hacen un ruido melodioso o triste,
lo mismo que dos cuerpos que se aman."



"Me he quedado sin pulso y sin aliento 
separado de ti. Cuando respiro, 
el aire se me vuelve en un suspiro 
y en polvo el corazón, de desaliento. 
No es que sienta tu ausencia el sentimiento. 
Es que la siente el cuerpo. No te miro. 
No te puedo tocar por más que estiro 
los brazos como un ciego contra el viento. 
Todo estaba detrás de tu figura. 
Ausente tú, detrás todo de nada, 
borroso yermo en el que desespero. 
Ya no tiene paisaje mi amargura. 
Prendida de tu ausencia mi mirada, 
contra todo me doy, ciego me hiero."



 CUMPLEAÑOS DE AMOR

"¿Cómo seré yo
cuando no sea yo?
Cuando el tiempo
haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos.
Pensaré en ti, tal vez.
Seguramente,
mis sucesivos cuerpos
—prolongándome, vivo, hacia la muerte—
se pasarán de mano en mano,
de corazón a corazón,
de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado
sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.
Y los ojos
—qué importa que no sean estos ojos—
te seguirán a donde vayas, fieles."


CANCIÓN DE INVIERNO Y DE VERANO

"Cuando es invierno en el mar del Norte 
es verano en Valparaíso. 
Los barcos hacen sonar sus sirenas al entrar en el 
             puerto de Bremen con jirones de niebla y de hielo en sus cabos,
mientras los balandros soleados arrastran por la superficie del Pacífico Sur bellas    bañistas. 
Eso sucede en el mismo tiempo, 
pero jamás en el mismo día. 
Porque cuando es de día en el mar del Norte 
-brumas y sombras absorbiendo restos 
de sucia luz-
es de noche en Valparaíso 
-rutilantes estrellas lanzando agudos dardos 
a las olas dormidas. 
Cómo dudar que nos quisimos, 
que me seguía tu pensamiento 
y mi voz te buscaba -detrás, 
muy cerca, iba mi boca. 
Nos quisimos, es cierto, y yo sé cuánto: 
primaveras, veranos, soles, lunas. 
Pero jamás en el mismo día." 


A MANO AMADA

"A mano amada, 
cuando la noche impone su costumbre de insomnio, 
y convierte 
cada minuto en el aniversario 
de todos los sucesos de una vida; 
allí, 
en la esquina más negra del desamparo, 
donde el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras, 
los recuerdos me asaltan.

Unos empuñan tu mirada verde, 
                                                      otros 
apoyan en mi espalda 
el alma blanca de un lejano sueño, 
y con voz inaudible, 
con implacables labios silenciosos, 
¡el olvido o la vida!, 
                                           me reclaman.

Reconozco los rostros. 
                                   No hurto el cuerpo. 

Cierro los ojos para ver más hondo, 
y siento 
que me apuñalan fría, 
justamente, 
con ese hierro viejo: 
                                             la memoria."


CARTA SIN DESPEDIDA

"A veces,
mi egoísmo me llena
de maldad,
y te odio casi
hasta hacerme daño
a mí mismo:
son los celos, la envidia,
el asco
al hombre, mi semejante
aborrecible, como yo
corrompido y sin remedio,
mi querido
hermano y parigual en la desgracia.

A veces —o mejor dicho:
casi nunca—,
te odio tanto que te veo distinta.
Ni en corazón ni en alma te pareces
a la que amaba sólo hace un instante,
y hasta tu cuerpo cambia
y es más bello
—quizá por imposible y por lejano.

Pero el odio también me modifica
a mí mismo,
y cuando quiero darme cuenta
soy otro
que no odia, que ama
a esa desconocida cuyo nombre es el tuyo,
que lleva tu apellido,
y tiene,
igual que tú,
el cabello largo.
Cuando sonríes, yo te reconozco,
identifico tu perfil primero,
y vuelvo a verte,
al fin,
tal como eras, como sigues
siendo,
como serás ya siempre, mientras te ame."


 CARTA 

"Amor mío: 
               el tiempo turbulento pasó por mi corazón 
igual que, durante una tormenta, un río pasa bajo un puente: 
rumoroso, incesante, lleva lejos 
hojas y peces muertos, 
fragmentos desteñidos del paisaje, 
agonizantes restos de la vida. 

Ahora, 
todo ya aguas abajo 
-luz distinta y silencio-, 
quedan sólo los ecos de aquel fragor distante, 
un aroma impreciso a cortezas podridas, 
y tu imagen entera, inconmovible, 
tercamente aferrada 
-como la rama grande 
que el viento desgajó de un viejo tronco- 
a la borrosa orilla de mi vida."


YA NADA AHORA

"Largo es el arte; la vida en cambio corta
como un cuchillo
                                    Pero nada ya ahora
—ni siquiera la muerte, por su parte
inmensa—
podrá evitarlo:
                              exento, libre,
como la niebla que al romper el día
los hondos valles del invierno exhalan,
creciente en un espacio sin fronteras,
este amor ya sin mí te amará siempre."


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