27 de enero de 2016

Los que se quedan...



The Leftovers es, seguramente, una de las propuestas más interesantes del panorama televisivo de los últimos tiempos. Dentro de la gran vorágine de series y más series que aparecen cada mes, es muy difícil saber elegir si vale la pena invertir nuestro tiempo en una u otra producción, así que normalmente nos dejamos guiar por los títulos más comerciales (o sea, los que mejor campañas de publicidad han tenido), no necesariamente los de mayor calidad, evidentemente.
Y de calidad es de lo que quería hablar cuando pienso en la adaptación de esta historia homónima de Tom Perrotta, autor de Little Children (2005) entre otras novelas, y publicada en 2011. En España, se puede encontrar bajo el título de Ascensión.
El pequeño pueblo de Mapleton sirve como reflejo de las consecuencias que ha provocado en todo el planeta la desaparición de un porcentaje de la población mundial, sin causa aparente ni explicación razonable. Allí asistiremos a la perplejidad, angustia, y dolor de unos personajes que sufren la pérdida de seres queridos a su alrededor, y a cómo afrontan cada uno de ellos el nuevo camino que se les plantea después del terrible suceso. 
La serie destila un guión efectista pero efectivo, que es causa de una de las experiencias más desasosegantes (especialmente en la segunda temporada) que he tenido la suerte de vivir frente a una pantalla de televisión. Pero quedaría en nada sin la brillantez de la producción (HBO es lo que tiene), sin la maravillosa banda sonora, obra de Max Richter, a la que se incorporan alucinantes versiones de temas tan conocidos como el "You're the one that I want" que nos deja el estadounidense Lo-Fang, interpretada originalmente por John Travolta y Olivia Newton John para Grease (1978), o la hipnótica adaptación country a cargo de Sturgill Simpson de "The Promise", muy lejana del tema original new wawe de los británicos When in Rome, allá por 1988.
Pero el punto fuerte de la serie es la interpretación de los actores, un reparto coral en el que todos tienen grandes momentos, pero en el que hay que destacar de manera especial a Carrie Coon, para certificar que estamos ante un grupo de intérpretes que han asumido el drama universal que atraviesan sus personajes, y que han entendido, seguramente antes que los espectadores de la serie, que no se trata de desmenuzar y cuestionar todo lo que Perrota y su guionista Damon Lindelof nos están ofreciendo, sino que la clave, tal vez, está en dejarse envolver por el trauma de aquéllos que no se han ido, que tienen que seguir con sus vidas, ya lo afronten desde el más absurdo lirismo o desde la violencia más necesaria.


José M. Rodríguez





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