Ése
seguramente es el carácter de estos últimos románticos que aderezan sus ansias
de revolución con los placeres oscuros de la poesía de Baudelaire, de Rimbaud…
La protesta que dirigen al mundo que no los quiere en sus planes a menudo la
confunden con objetivos poco claros, porque esa revuelta interior sólo se puede
conseguir desde el conocimiento pleno de uno mismo, no desde la imposición,
sino desde la reflexión. Vendrán años propicios para eso, aunque lo que ahora
apetece es derribar los cimientos de un mundo que ya no consideran que deba
dictarles unas normas.
Como
siempre, se aprende de ellos, de cada uno puedes sacar grandes cosas: la
determinación de Antonio, el gusto por la lectura de Sunnie, la prudencia de
Ling Zhi, la perseverancia de Stevie, las divagaciones de Toby, las ganas de
Tyler, la lucha contra la pereza de Erik, la ironía de Andrés, la elegancia de
Marta, la aparente apatía de Alexey o el talento de Esther… Se ofrecen a la
vida como se da el amor de los años que han dejado atrás y los que están a
punto de comenzar.
Hay
un hueco junto a Ulises en el nuevo viaje, y junto a Juan Preciado o Frodo
Bolsón, o junto a todos los que han andado el camino antes que vosotros. Buena
suerte.