17 de diciembre de 2013

"De Spritzs con Corto Maltés por Venecia", por Juan Manuel Marco Alcaraz

El vaporetto traquetea; con qué pericia el conductor y navegante atraca en los pequeños muelles que ejercen de parada a este autobús acuático. ¡Soltad amarras! Tras montar el heterogéneo pasaje, turistas cargados de maletas todavía desorientados y desconcertados que se mezclan con familias de venecianos, trabajadores que siguen su rutina, enfilamos el canal de agua azul brumoso en este día encapotado. Leve llovizna. Desde Piazzale Roma a Fondamente Nove nos da tiempo a ver las señoriales fachadas de palacios ateridos de frío, con ventanas de madera cerradas. Hace ya tiempo que se dejaron de celebrar fastuosas fiestas, en sus espaciosas salas con gigantescas lámparas de araña, en las que el champán corría a raudales.


El gran imperio que fue Venecia, la ciudad acuática, impensable. Góndolas estilizadas amarradas entre los postes de madera pintados a rayas verdes o azules: la lluvia no fomenta la clientela, pero los gondoleros desocupados permanecen estoicamente con la mirada perdida, tal vez recordando los tiempos que no les tocó vivir, en los que en vez de turistas llevaban a nobles con capa negra y máscara a alguna cita secreta, allá por el siglo XVIII.


Abordamos Venecia siguiendo los pasos de Hugo Pratt, el dibujante italiano de comics que creó, entre otros personajes, a Corto Maltés. La prolífica imaginación de Hugo Pratt junto con el detallado universo biográfico, cronológico y de recreación exacta de escenarios reales hace que sus personajes cobren vida más allá de la pura imaginación. Realidad y ficción se entrecruzan tanto que al final no se sabe discernir cuál es cuál. Y ahí es donde se encuentra la magia. En esa intersección que une esos dos mundos paralelos aparece Corto Maltés, que nos espera en la entrada del hotel dispuesto a acompañarnos por su ciudad. Nos sentimos exultantes de emoción. Iniciamos un recorrido por las viñetas de Fábula de Venecia.



En la corte Gregolina aparece de la nada un brocal de pozo con la piedra tallada como si fuera flexible mimbre. Crear delicada belleza, domar la piedra y transformarla en símbolos, en arcanos indescifrables que con el paso de los siglos adquieren propiedades mágicas, excitando la imaginación. El aparente sinsentido de estas obras, ya sean iglesias, estatuas, fachadas o brocales de pozo que requirieron en su tiempo de colosales esfuerzos, pericia, destreza e ingentes cantidades de dinero cobran sentido en el imaginario colectivo. Dotan a las ciudades de esa sensación ininteligible que emociona y que tinta la cruda realidad de un matiz fantástico en el que, tarde o temprano, todos acabamos refugiándonos.

Juan Manuel Marco Alcaraz

Si quieres recorrer Venecia con Corto Maltés no dudes en pasarte por el blog de Juan Manuel Marco Alcaraz, donde encontrarás diarios de diferentes viajes que al autor ha querido compartir con nosotros.
Si quieres más información sobre la obra de Hugo Pratt, visita este enlace.
Fabula de Venecia, aquí.